Adviento es el tiempo de preparación para la venida del Señor Jesús. Es el comienzo de un nuevo año litúrgico, marcado en esta ocasión, por varios acontecimientos difíciles de los últimos meses: la tragedia global de la pandemia de Covid-19, con su consecuencia más sentida por la pérdida de muchas vidas y de seres queridos cercanos. Junto a esta pandemia, también algunos fenómenos naturales como las lluvias, que se han intensificado en varios países de América Latina y El Caribe, hacen que se den sentimientos encontrados para vivir este fin de año. También nuestra fe es puesta a prueba y se nos pide insistentemente ser maestros de espiritualidad y profetas de la misericordia.
De forma sorprendente, los creyentes celebramos que Dios se ha hecho carne y ha puesto su morada entre nosotros. Nos alegramos por un tiempo nuevo que irrumpe en nuestra afligida realidad para elevarnos hacia lo alto, hacia lo trascendente. El niño Jesús que nace en un pesebre nos lleva a descubrir que la vulnerabilidad es apenas la punta del iceberg de la fuerza cósmica del amor de Dios para el mundo. Por eso, el creyente espera con una gran confianza revitalizar su fe en el Dios encarnado por amor y renueva su súplica: ¡Ven, no tardes tanto!
En esta dinámica de espera, el cristiano recuerda que es bautizado y partícipe del sacerdocio bautismal de Jesucristo y que puede interceder por las demás personas con el testimonio de su propia vida de fe. Igualmente, recuerda que su familia es Iglesia doméstica, en la cual es posible suscitar un ambiente propicio para iniciar a sus miembros en el conocimiento y vivencia de Dios.
La Unidad de Espiritualidad Eudista te ofrece la siguiente liturgia doméstica de Adviento para que, como creyente, independiente de cualquier estado y condición, la realices con un espíritu de entrega generosa al Señor y a los demás. Está propuesta para realizarse a lo largo de las semanas del tiempo de Adviento. También cada día se publicará un “meme” que recuerda el tiempo de renovación de nuestra fe, esperanza y caridad.
Descarga el subsidio y vive una hermosa preparación espiritual personal y comunitaria, para que Jesús viva y reine en tu corazón, en el de tu familia y comuniques a los demás el amor de Dios hecho carne.
Comentarios recientes