En la semana del 15 al 20 de abril se llevó a cabo un proceso de reflexión sobre “la formación sacerdotal”. Se contó con la compañía del Padre Yoel Mora, Cjm, en el desarrollo del tema de la Formación Inicial; y el Padre Amado Pérez, Cjm, abordando el tema de la Formación Permanente.
“La Formación Sacerdotal”
La formación sacerdotal es vital en la vida de un Eudista, puesto que, hace parte de su esencia fundacional (Constituciones, N° 30-34) al servicio de las almas. En primer lugar, se ha realizado un rastreo de las características pedagógicas y normativas que la Iglesia ha promulgado en Presbyterorum Ordinis y Optatam Totius, en consonancia con los presupuestos de San Juan Eudes desde el Memorial de la Vida Eclesiástica. Además, se tuvieron en cuenta los aportes de Ratio Fundamentalis a la integración de la persona y su entorno como parte fundamental dentro de la formación de los candidatos al sacerdocio.
Este primer acercamiento a los documentos eclesiales se llevó a cabo bajo la metodología grupal y expositiva, donde los candidatos ponen en consideración criterios formativos encausados hacia el rol del formador y los candidatos, en busca de una formación cada vez más integral. Los Eudistas no parten de lo deshumanizado, sino que reconocen su esencia como parte de la Encarnación, que emana de la espiritualidad robusta de San Juan Eudes, así que, los documentos eclesiales marcan la ruta de la formación presbiteral, pero la Espiritualidad Eudista la fortalece. Los documentos de la Iglesia no son acabados en sí y necesitan actualizaciones que se adapten a las necesidades de la misma formación inicial y permanente.
Por otro lado, se hace énfasis en el llamado a la formación permanente del sacerdote, a generar hombres en comunión, a estar al servicio del clero diocesano, a trabajar por la perfección cristiana, a vivir la espiritualidad sacerdotal que propone san Juan Eudes, lo cual va mas allá de los signos meramente externos y lleva a la coherencia de lo privado con lo público, pues el sacerdote no es una especie rara en la Iglesia, sino un miembro y un servidor de esta (lo expresa el Padre Amado Pérez). De tal forma, se intuye que el sacerdote eudista en su experiencia vocacional y desde la etapa Propedéutica ya ha provocado una experiencia. Ha seguido las exigencias del Maestro sin olvidar su humanidad, en la etapa discipular. Ha aprehendido las actitudes de Jesús y las ha involucrado en su humanidad como parte de la trasformación de su vida estando con Jesús, en la etapa configuradora; y ahora, se hace cooperador de la formación, con y para los hermanos en el día a día, en el acercamiento, en la compañía, en la amistad, en el diálogo, en el discernimiento y en muchos otros escenarios, como parte de la formación permanente. Se concluye así, que la formación del sacerdote debe ser estructural, no solo académica, estructural es sinónimo de solidez, integralidad, consistencia en la estructura de las dimensiones y poniendo énfasis en la vida comunitaria del ya ordenado.
Finalmente, quedan los llamados y las proyecciones a ser apasionados y transparentes por la Congregación de Jesús y María, sintiéndonos útiles para el corazón de otros y el compromiso por las almas desde una pastoral que eduque y forme al estilo de San Juan Eudes.
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