Solemnidad de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote

Solemnidad de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote

Solemnidad de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote

*En honor de ese divino sacerdocio de Jesucristo*, del que con frecuencia predicará, (el P. García Herreros) compuso un himno, con ocasión de las bodas de plata sacerdotales que en Pamplona celebró el presbítero Samuel Jaimes. Esa página dice así:

 

 

Oh Jesucristo, esencial y único sacerdote de Dios:
desde el abismo de mi nada yo te adoro.

Oh perfecto adorador de la Trinidad,
Oh universal sacerdote del Padre:
Tú eres la Palabra inefable
que cifra todo el ser de quien la pronuncia,
Palabra viva y personal
que rinde un honor infinito a Aquel cuya substancia expresa
y de cuya Luz es resplandor.

Oh Jesucristo, consagrado por el Padre
con un sacerdocio que no empezó en el tiempo
sino antes de los siglos.
Ungido con un óleo que no es ficticio,
sino también con el aceite del Espíritu Paráclito.

No usurpaste la honra,
No te glorificaste a ti mismo
con el sacerdocio sin aurora y sin ocaso
sino que tu vocación te la dio el que te dijo,
en el Hoy perpetuo de la eternidad:

Tú eres mi Hijo,
Yo te he engendrado hoy.
¡Desde entonces ejerciste un misterioso y abrumador sacerdocio!:
el de ser gloria adecuada de Dios.

Oh Verbo, que solo te encarnaste con un designio sacerdotal para tener una víctima, pasible y divina, al mismo tiempo, con que adorar al Padre.

Porque no fuimos nosotros, polvo de pecado, telar de miserias, tu primera misión al entrar en el mundo, sino tu Padre, que debía ser adorado completamente;
porque viste que el hombre, aunque aniquile el universo, aunque inmole su cuerpo y su alma, en su intento de adorar adecuadamente la Divinidad, jamás logrará aplacar la sed insaciable que tiene Dios de ser adorado.

¡Tú eres el Océano, el Infinito que respondes al Infinito!
¡Sólo la inmolación de un Infinito
proclama dignamente que solo Dios es digno de ser!

Oh Verbo, que al Sacerdocio de la Gloria que ofrecía un sacrificio de alabanza
quisiste unir el auténtico sacerdocio de la humillación con holocausto sangriento
y de ese nuevo sacerdocio, fuiste ungido en el Seno de María
no con óleo, sino con el Espíritu Santo,
Sacerdote y, al mismo tiempo, Hostia.
Sacerdote santo, inocente, limpio.
Hostia pura, Hostia santa, Hostia inmaculada.

Tu hostia fue tu carne divina, tu carne humillada
unida substancialmente a tu alma humana y limitada
y unida personalmente con tu ser divino de Verbo.

Ese cuerpo te apropiaste y ofreciste una sola vez
agotando con tu perfecta ofrenda la honorabilidad infinita de Dios
y expiando los pecados innúmeros de los hombres
y en la cruz, oh sacerdote, proclamaste con tu holocausto infinito que “solo Dios es”.

Oh Jesús, ese sacerdocio incomunicable y único
lo prolongas en el tiempo por los que escogiste del mundo, y que no son del mundo.
Por aquellos, por quienes rogaste para que fuesen una sola cosa contigo y por quienes Tú te santificaste a ti mismo.

Oh Cristo, ante el peso infinito de tu dignidad, continuada en ellos,
¿quién te podrá adorar, agradecer y amar?

Oh Jesucristo, desde el fondo infinito de mi nada, te pregunto:
¿Qué significa, en todo su misterio, participar el hombre de una dignidad infinita?
Y si este misterio se prolonga a través de los años de una vida, dime, Cristo,
¿qué debe hacer el pobre hombre? ¿Cómo deberá responder al infinito?
¿Con qué sollozos? ¿O con qué silencio?

Oración Eudista

Oración Eudista

ORACIÓN EUDISTA COMPARTIDA

(preparada por los asociados amigos y colaboradores eudistas – AACE – de Benín)
19 de junio de 2020

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Hermanos y hermanas incorporados, candidatos, asociados, amigos, colaboradores y simpatizantes eudistas, reciben de parte de sus hermanos en Benín, el saludo fraterno en Jesús y María, y la invitación a hacer un itinerario con San Juan Eudes, en Cristo, cuyo Sagrado corazón celebramos en este período cuando el mundo está lacerado por la pandemia del corona-virus (COVID-19). Que la gracia de Dios nos mantenga sanos y salvos en el amor de Cristo.

Celebración Penitencial

Después de un momento de silencio comenzamos la celebración penitencial:

  • Señor, concédenos tu perdón

Hemos pecado contra Ti.

  • Muéstranos tu misericordia

Y seremos salvos.

  • Que Dios Todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

Amén

Luego decir juntos la siguiente oración eudista de contrición (O.C. I, 134):

¡Oh buen Jesús!, deseo tener toda la contrición y el arrepentimiento por mis pecados, que deseas que tenga; pero sabes que no puedo, a menos que Tú me los des. Entonces dámelos, por favor, mi Salvador, por tu gran misericordia. Sé muy bien que no soy digno de que me mires y me escuches; pero confío en tu infinita bondad, que me concederás lo que te pido encarecidamente, por los méritos de tu santa Pasión, de tu Santa Madre, de todos tus ángeles y todos tus santos. Oh Madre de Jesús, oh santos ángeles, oh benditos santos, rueguen a Jesús por mí para que me dé la contrición y el arrepentimiento perfecto por mis pecados. Amén.

Su título va aquí

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Meditación para la Fiesta del Corazón Divino

(Tercera meditación, O.C. VIII, 311-215)

Admiramos y adoramos la bondad incomprensible de nuestro amable Redentor, por habernos dado esta santa fiesta. Porque es una gracia extraordinaria que nos ha concedido. Para conocerlo bien, es necesario saber que todas las fiestas litúrgicas que la Iglesia celebra en el año son fuente de gracias y bendiciones.

Pero esta es un mar de gracia y santidad porque es la fiesta del Santísimo Corazón de Jesús, que es un inmenso océano de innumerables gracias. Esta es la fiesta de las fiestas, en cierto modo, especialmente porque es la fiesta del admirable Corazón de Jesús, que es el principio de todos los misterios contenidos en las otras fiestas que tienen lugar en la Iglesia, y la fuente de todo lo que es grande, santo y venerable en esas otras fiestas.

Por lo tanto, nos corresponde a nosotros dar infinitas gracias a este buen Salvador, e invitar a todos los ángeles y a todos los santos, a la santísima Virgen y a todas las criaturas a alabar, bendecir y glorificar con nosotros a Dios por este favor inconcebible.

También debemos prepararnos para recibir las gracias que Él quiere comunicarnos en esta maravillosa solemnidad, asumiendo la firme decisión de no omitir nada de lo que podemos hacer, sino poner todo nuestro cuidado y todos nuestros afectos y todos los medios posibles para celebrarla con dignidad y santidad durante los días de su octava.

¿Cuál es la finalidad y la intención por la cual el Rey de los corazones nos ha dado esta fiesta de su amable Corazón? Es para que le respondamos con los deberes que estamos obligados a rendir a este Corazón. ¿Cuáles son estos deberes? Hay cuatro principales:

El primero es adorarlo. Por lo tanto, adorémoslo con todo nuestro corazón y con todas nuestras fuerzas; porque es infinitamente digno de adoración, ya que es el Corazón de un Dios, del único Hijo de Dios y de un Hombre-Dios. Adorémoslo en nombre de todas las criaturas que deberían adorarlo. Ofrezcámosle toda la adoración que le ha sido dada y que le será dada para siempre en la tierra y en el cielo.

¡Oh, mi Salvador, que todo el universo se convierta en adoración ante tu divino Corazón! ¡Oh, cuán voluntariamente consentiría, con tu gracia, en ser aniquilado

ahora y por siempre, para que el Corazón de mi Jesús sea adorado incesantemente por todo el universo!

El segundo deber es alabar, bendecir, glorificar y agradecer a este Corazón infinitamente generoso, por todo el amor que dio y dará por siempre al Padre eterno, a su Santísima Madre, a todos los ángeles, a todos los santos, a todas las criaturas y a nosotros especialmente; y por todos los regalos, favores y bendiciones que han salido de este inmenso mar de gracias, que se han extendido sobre todas las cosas creadas, y especialmente sobre nosotros. ¡Oh Corazón magnífico de Jesús!, te ofrezco todas las alabanzas, las glorias y la acción de gracias que te han sido y te serán dadas en el cielo y en la tierra, en el tiempo y en la eternidad. ¡Oh, que todos los corazones te alaben y te bendigan para siempre!

El tercer deber es pedirle perdón a este buen Corazón por todos los dolores, penas, angustias y martirio sangriento que sufrió por nuestros pecados; y en reparación, ofrezcámosle todas las alegrías que le han sido dadas por el Padre eterno, por su santa Madre y por todos los corazones que lo aman con fervor y fidelidad; y aceptemos, por amor a Él, todos los problemas, penas y aflicciones que nos sucederán.

El cuarto deber es amar a este Corazón amoroso de manera cordial y ferviente, y amarlo en nombre de todos los que no lo aman, y ofrecerle todo el amor de todos los corazones que le pertenecen. ¡Oh Corazón todo amable y todo amor!, ¿cuándo te amaré cómo debiera? ¡Pobre de mí! Tengo un número infinito de obligaciones para amarte, y puedo decir que todavía no he comenzado a amarte como debo. Por favor ayúdame a comenzar ahora; destruye en mi corazón todo lo que no te gusta, y establece allí perfectamente el reino de tu santo amor.

Responsorio

  • Todo me lo confió mi Padre y tanto amó el Padre al mundo que le dio a su Hijo unigénito.

R / Por eso todo te pertenece.

  • Entonces, denme su corazón, pequeños míos, y yo les daré mi Corazón.

R / Por eso todo te pertenece.

Oración de Intercesión
En unión con todos los incorporados, asociados, amigos, colaboradores y simpatizantes eudistas de todo el mundo, elevemos nuestras voces a Dios Padre y confiemos a Él la Iglesia, la Congregación y nuestra misión.

R / Sagrado Corazón de Jesucristo, reúnenos en tu amor.

Jesús, cuando entraste al mundo, dijiste: «Aquí estoy mi Dios, para hacer tu voluntad»;

  • Concédele a tu Iglesia vivir esta voluntad del Padre, con un gran corazón y generosamente.

Señor, en tu oración, quieres asociarnos a la contemplación de la gloria del Padre;

  • Danos tu Corazón y ven y reza a tu Padre en nosotros.

¡Oh Jesús!, tu amor por nosotros te condujo al despojo de la Cruz;

  • Enséñanos a amarte con un corazón realmente

Jesús, querías en tu corazón reunir todo el universo y unirlo con el Padre;

  • Concédenos vivir en ti en el corazón del mundo, hoy plagado por el corona-virus.

Señor, eres la unidad de aquellos que aceptan tu amor;

  • Concede a nuestras comunidades tener en Ti un solo corazón y una sola.

Luego sigue un breve momento de silencio…

PADRE NUESTRO

Padre nuestro…

ORACIÓN FINAL

Señor Dios, Padre de misericordia, en tu bondad sin medida nos has dado el Corazón amoroso de tu amado Hijo. Concede que nuestros corazones se unan estrechamente entre sí y con Él, para que nuestro amor por Ti sea perfecto.

Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor y nuestro Dios, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, ahora y por los siglos de los siglos, amén.

Finalmente, recitamos juntos el Ave Cor

AVE COR

Alégrate, Corazón santo Alégrate, Corazón manso

Alégrate, Corazón humilde Alégrate, Corazón puro Alégrate, Corazón ferviente Alégrate, Corazón sabio Alégrate, Corazón paciente Alégrate, Corazón obediente Alégrate, Corazón solícito Alégrate, Corazón fiel

Alégrate, Corazón fuente de toda felicidad Alégrate, Corazón misericordioso.

Alégrate, Corazón, lleno de amor, de Jesús y de María.

Te adoramos, te alabamos,

te glorificamos, te damos gracias.

Te amamos con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma,

con todas nuestras fuerzas.

Te ofrecemos nuestro corazón, te lo entregamos,

te lo consagramos, te lo inmolamos.

Acéptalo y poséelo plenamente, purifícalo, ilumínalo y santifícalo, para que en él vivas y reines, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.

Amén

 

Un encuentro Eudista para recordar la Misericordia y compartir la misión

Un encuentro Eudista para recordar la Misericordia y compartir la misión

Bogotá, D.C., 15 de junio de 2020. Con la participación de las 17 comunidades locales y los dos incorporados que realizan sus estudios en la ciudad de Roma (Italia), los Eudistas de El Minuto de Dios vivimos un encuentro virtual, para orar y compartir la vida y misión que durante la cuarentena hemos ejercido desde la formación, la evangelización y el servicio a las personas, a las comunidades y a los territorios.

El momento, que se prolongó durante cerca de tres horas, inició con las palabras del Superior Provincial, padre Camilo Bernal, quien agradeció a cada eudista su compromiso apostólico y el gran dinamismo que especialmente durante estos últimos 90 días, ha movido a innovar en la manera de llegar a los destinatarios de la misión. Al respecto, citó un texto enviado por el padre Higinio Lopera a la Unidad de Espiritualidad Eudista, sobre nuestra actitud misericordiosa ante la pandemia. Posteriormente, nos dejamos guiar por la Palabra de Dios, a través del Evangelista san Mateo (9, 36-38), desde una mirada de la misericordia. En efecto, el padre Fidel Oñoro, integrante de la Comunidad Local San Juan Eudes, profundizó en el contenido clave que este pasaje transmitió primero a san Juan Eudes y debe transmitir a los “misioneros de la misericordia”. Finalizado este momento, iniciamos el compartir de la vida y de la misión eudista durante la cuarentena.

Las Comunidades Locales compartieron brevemente las principales novedades que les ha traído este tiempo de pandemia: las dinámicas propias de la vida espiritual y comunitaria, fortalecidas con este aislamiento; los compromisos apostólicos asumidos y una mirada positiva sobre los tiempos que vivimos y las proyecciones hacia el futuro. De esta manera, muchos reflexionaron sobre este momento como una oportunidad para mirarnos cara a cara y descubrir nuestras opciones fundamentales, ver el rostro que ha dejado este sistema en el que nos movemos, con una profundización en la pobreza de las personas y convertirnos a la vez en profetas de la misericordia en tiempos de Covid-19.

El primer encuentro virtual de los Eudistas del Minuto de Dios finalizó con la motivación del padre provincial para vivir estos momentos con gran entusiasmo.

Por: P.Hermes Florez,CJM

Acciones voluntarias  en tiempos de Coronavirus

Acciones voluntarias en tiempos de Coronavirus

La emergencia sanitaria a causa del coronavirus COVID-19 ha generado angustia en los reclusos de las cárceles de Colombia. Ya se suman 992 casos de contagio en los internos, 5 recuperados y cuatro fallecidos.

Sin embargo, con el ánimo de apoyar a la población privada de la libertad en medio de la pandemia, el padre eudista, José Martínez, junto con la Directora del Centro de Desarrollo Integral de la CMD de Villavicencio, Leila Guzmán Díaz, fueron al centro de reclusión de Acacías (Meta) para hacer la entrega de 1.067 kits de aseo y Bioseguridad para prevenir la propagación del virus en los detenidos.

La bonita labor que ha hecho la comunidad de El Minuto de Dios ha generado ayuda a más de 20.000 familias y cientos de reclusos en tiempos de pandemia. Gracias P. José por tu espíritu de servicio, alegría y testimonio.