¡Un Eudista en misión!

¡Un Eudista en misión!

El padre Sylvain Ahouankon vivió una experiencia de interprovincialidad, proveniente de la viceprovincia de África, la cual que le permitió conocer nuestro país por medio de un servicio entregado a la provincia eudista Minuto de Dios; ya finalizado el tiempo en Colombia, agradeció los aprendizajes y vivencias en la comunidad del Minuto de Dios.

Durante el tiempo que estuvo en Colombia, 3 años aproximadamente, hizo parte de la comunidad local “Casa de Formación La Misión”, en la cual fungió como parte del equipo formador de los candidatos de esta provincia. Su primera experiencia laboral fue en la Unidad de Espiritualidad Eudista, fue pieza idónea en el modelo de internacionalización de UNIMINUTO por medio del Instituto Tecnológico Eudista de África (IUTEA) y fue capellán de la comunidad francesa de Bogotá. De acuerdo a las palabras del padre Sylvain, “fui capaz de mantener un rostro Eudista y una gran alegría, que es un signo que caracteriza mi ser y mi manera de hacer”.

Tendremos siempre presente a Sylvain como un hombre lleno de vocación y servicio, pues en sus tres años como integrante de la Provincia Minuto de Dios, se dedicó a servir y a llevar el rostro de Jesús a las personas alejadas, por medio, del voluntariado con las hermanas del Buen Pastor en la calle 22 y en Zipaquirá; en su experiencia como facilitador de una investigación juvenil para el acceso a la educación superior de los estudiantes Afrodescendientes y diversos estudios, pudo trabajar con los jóvenes para ayudarlos a orientar su camino.

El padre Sylvain hace especial referencia a la Casa de Formación La Misión como el lugar en el que pudo tener una relación espiritual profunda con Jesucristo, un encuentro que se logra a través de la oración. Él nos invita a que cada uno de nosotros oremos por las vocaciones sacerdotales y religiosas, en especial, por aquellos jóvenes que sienten la inquietud vocacional y no se atreven por el miedo.

El maestro de vida espiritual es San Juan Eudes, por eso, agradece que tuvo la gracia de volver a leer nuevamente sus obras completas. Un sacerdote que parte para África pero que sin lugar a dudas nos deja la enseñanza del servicio a los demás y de la entrega a nuestro Señor Jesucristo.

“Vivir y compartir nuestra espiritualidad con los demás es un credo para mí”. padre Sylvain Ahouankon.

 

FRATELLI TUTTI:  Una Mirada del Padre Hermes Flórez Pérez CJM

FRATELLI TUTTI: Una Mirada del Padre Hermes Flórez Pérez CJM

Tras la publicación de la Tercera Carta Encíclica denominada Fratelli Tutti “sobre la fraternidad y la amistad social” realizada por el Papa Francisco, Hermes Flórez Pérez Cjm, Sacerdote Eudista del Minuto de Dios, desglosó mediante un resumen personal, cada capítulo contenido en la Encíclica para explicar a la comunidad en qué consiste la misma. 

A continuación, el resumen completo:

Fratelli tutti: ideas para vivir la amistad social y la fraternidad universal

El siguiente escrito tiene como objetivo ofrecer varias ideas de la Carta Encíclica Fratelli tutti, para motivar su lectura y destacar los elementos que propone sobre la amistad social y la fraternidad universal hoy.

Fratelli tutti, es una expresión de san Francisco de Asís, con la cual se dirigía a todos sus hermanos y hermanas y les proponía una forma de vida con sabor a Evangelio (No.1). Con estas palabras de inicio, la nueva Carta Encíclica del papa Francisco sobre la fraternidad y la amistad social, dada en Asís, el 03 de octubre de 2020, ofrece al lector una primera visión del documento pontificio. Se trata de expresar una fraternidad abierta que “permite reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habite”.

La carta encíclica es, sin dudas, una gran contribución que Francisco hace, no solamente al cristianismo católico, sino que traspasa las fronteras para ofrecerse gratuitamente al mundo. De entrada, justamente la inquietud que hay en el corazón del Papa son las sombras de un mundo cerrado, manifestadas en el primer capítulo. Aunque valdría la pena entrar en cada numeral, como se trata de una impresión personal, hago notar una convicción que, junto con el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb está inserta en los avances, los progresos históricos y el deterioro de la ética y del debilitamiento de los valores espirituales y del sentido de responsabilidad hoy: “no advertimos un rumbo realmente humano” (29).

Ante este panorama sombrío en que se encuentra el mundo, de pronto el capítulo segundo nos sorprende con la presencia de un extraño en el camino. Se trata de la búsqueda de una luz en medio de lo que se vive (56) y para ello el papa Francisco propone una parábola dicha por Jesús hace dos mil años (Lc 10, 25-37). Entre muchos elementos por destacar, suena uno muy interesante en el numeral 74: “En los que pasan de largo hay un detalle que no podemos ignorar; eran personas religiosas. Es más, se dedicaban a dar culto a Dios: un sacerdote y un levita. Esto es un fuerte llamado de atención, indica que el hecho de creer en Dios y de adorarlo no garantiza vivir como a Dios le agrada. Una persona de fe puede no ser fiel a todo lo que esa misma fe le reclama, y sin embargo puede sentirse cerca de Dios y creerse con más dignidad que los demás. Pero hay maneras de vivir la fe que facilitan la apertura del corazón a los hermanos, y esa será la garantía de una auténtica apertura a Dios”. Esta parábola ayuda a responder hoy también la pregunta: ¿Quién es mi prójimo? Ante el planteamiento de la época (prójimo es el cercano, el próximo), la novedad de Jesús radica en que él no nos invita a preguntarnos quiénes son los que están cerca de nosotros, sino a volvernos nosotros cercanos, prójimos.

Ante la lógica del mundo cerrado y la propuesta de Jesús, abierta para todo el mundo, el capítulo tercero lleva al lector a pensar y gestar un mundo abierto. Aquí el papa declara bellamente que sólo el amor permitirá esta apertura: “El amor implica… algo más que una serie de acciones benéficas. Las acciones brotan de una unión que inclina más y más hacia el otro considerándolo valioso, digno, grato y bello, más allá de las apariencias físicas o morales” (94) y seguidamente articula esta idea con una afirmación contundente: “El amor al otro por ser quien es, nos mueve a buscar lo mejor para su vida. Sólo en el cultivo de esta forma de relacionarnos haremos posible la amistad social que no excluye a nadie y la fraternidad abierta a todos” (ibidem).

Sin embargo, no es fácil llegar a la amistad social y a la fraternidad universal, por eso es necesario un conocimiento básico: “percibir cuánto vale un ser humano, cuánto vale una persona, siempre y en cualquier circunstancia” (106). El hecho de nacer en un lugar con menores recursos o menor desarrollo, no quiere decir que esa persona tenga menor dignidad, dice con toda firmeza el pontífice, recordando las enseñanzas de Evangelii Gaudium y haciendo hincapié en otros temas como el valor de la solidaridad que “surge de sabernos responsables de la fragilidad de los demás buscando un destino común” (115).

El capítulo cuarto plantea cómo la afirmación de que todos los seres humanos somos hermanos y hermanas toma carne y se vuelve concreta con un corazón abierto al mundo entero. Se trata de ver más allá del límite de las fronteras y acoger gratuitamente a los demás: “quien no vive la gratitud fraterna, convierte su existencia en un comercio ambicioso, está siempre midiendo lo que da y lo que recibe a cambio” (140). Ante esta mirada, “Dios, en cambio, da gratis”. Los países entonces están invitados a pensar no sólo como país sino como familia humana: “hemos recibido la vida gratis, no hemos pagado por ella. Entonces todos podemos dar sin esperar algo, hacer el bien sin exigirle tanto a esa persona que uno ayuda” (ibidem). Pero es claro que para “estimular una sana relación entre el amor a la patria y la inserción cordial en la humanidad entera, es bueno recordar que la sociedad mundial no es el resultado de la suma de distintos países, sino que es la misma comunión que existe entre ellos, es la inclusión mutua que es anterior al surgimiento de todo grupo particular” (149).

La mejor política es aquella que, como recuerda el capítulo quinto, está al servicio del bien común (154). Entre otros aspectos, el Papa recuerda que “por más que cambien los mecanismos de producción, la política no puede renunciar al objetivo de lograr que la organización de una sociedad asegure a cada persona alguna manera de aportar sus capacidades y su esfuerzo” (162). De esto se han aprovechado en diferentes momentos históricos ciertos populismos y liberalismos quienes degradan palabras como “pueblo” y “sociedad”, entendidos por estas visiones con pretensiones de cautivar, instrumentalizar y sumar las partes para beneficio de unos pocos. Recuerda el papa que “necesitamos una política que piense con visión amplia, y que lleve adelante un replanteo integral, integrando en un diálogo interdisciplinario los diversos aspectos de la crisis” (177), que sea capaz de reformar las instituciones, coordinarlas y dotarlas de mejores prácticas. Esto implica que la política no se someta a la economía. Frente a este panorama, “el amor social es una fuerza capaz de suscitar vías nuevas para afrontar los problemas del mundo de hoy y para renovar profundamente desde su interior las estructuras, organizaciones sociales y ordenamientos jurídicos”, como también lo recuerda el Consejo Pontificio Justicia y Paz. En la misma línea, es necesario comprender que “todo político también es un ser humano” (193) y, por tanto, está llamado “a vivir el amor en sus relaciones interpersonales cotidianas”.

Para encontrarnos y ayudarnos, asegura el papa, necesitamos dialogar. Por eso, el capítulo sexto versa sobre el para qué sirve dialogar. Cuando falta el diálogo en algún sector, implica que “ninguno está preocupado por el bien común, sino por la adquisición de los beneficios que otorga el poder, o en el mejor de los casos, por imponer su forma de pensar” (202). Frente a esta realidad, “los herederos del futuro serán los que sepan romper esa lógica enfermiza y decidan sostener con respeto una palabra cargada de verdad, más allá de las conveniencias personales. Dios quiera que estos héroes se estén gestando silenciosamente en el corazón de nuestra sociedad” (ibidem). Cuando, en efecto, “un sector de la sociedad pretende disfrutar de todo lo que ofrece el mundo, como si los pobres no existieran, eso en algún momento tiene sus consecuencias. Ignorar la existencia y los derechos de los otros, tarde o temprano provoca alguna forma de violencia, muchas veces inesperada” (219), asegura el papa Francisco.

El capítulo séptimo considera a aquellos artesanos de paz dispuestos a generar procesos de sanación con ingenio y audacia (225) desde los caminos de reencuentro. El recomenzar se basa en la verdad histórica, una compañera inseparable de la justicia y la misericordia. Frente a estos procesos de reconciliación y perdón salen a flote muchas luchas legítimas: “no se trata de proponer un perdón renunciando a los propios derechos ante un poderoso corrupto, ante un criminal o ante alguien que degrada nuestra dignidad. Estamos llamados a amar a todos, sin excepción, pero amar a un opresor no es consentir que siga siendo así; tampoco es hacerle pensar que lo que él hace es aceptable. Al contrario, amarlo bien es buscar de distintas maneras que deje de oprimir, es quitarle ese poder que no sabe utilizar y que lo desfigura como ser humano” (241). Perdonar no es permitir que sea pisoteada la propia dignidad. Para construir estos caminos de amistad social es necesario considerar que “la unidad es superior al conflicto” (245). También, frente al perdón, cuando pensamos en él no es que estemos olvidando: “los que perdonan de verdad no olvidan, pero renuncian a ser poseídos por esa misma fuerza destructiva que los ha perjudicado. Rompen el círculo vicioso, frenan el avance de las fuerzas de la destrucción” (251).

Entre muchos otros elementos de este capítulo, el papa también piensa en la guerra como “un fracaso de la política y de la humanidad, una claudicación vergonzosa, una derrota frente a las fuerzas del mal” (261); también el rechazo a la pena de muerte, pues “ni siquiera el homicida pierde su dignidad personal y Dios mismo se hace su garante” (269).

El capítulo octavo ofrece una mirada de las religiones al servicio de la fraternidad en el mundo. La Iglesia “no puede ni debe quedarse al margen en la construcción de un mundo mejor ni dejar de despertar las fuerzas espirituales que fecunden toda la vida en sociedad” (276). Aclara que si bien “es verdad que los ministros religiosos no pueden hacer política partidaria, propia de los laicos… ni siquiera ellos pueden renunciar a la dimensión política de la existencia” (ibidem). Y en este sentido, específicamente los cristianos:

“…no podemos esconder que «si la música del Evangelio deja de vibrar en nuestras entrañas, habremos perdido la alegría que brota de la compasión, la ternura que nace de la confianza, la capacidad de reconciliación que encuentra su fuente en sabernos siempre perdonados‒enviados. Si la música del Evangelio deja de sonar en nuestras casas, en nuestras plazas, en los trabajos, en la política y en la economía, habremos apagado la melodía que nos desafiaba a luchar por la dignidad de todo hombre y mujer». Otros beben de otras fuentes. Para nosotros, ese manantial de dignidad humana y de fraternidad está en el Evangelio de Jesucristo. De él surge «para el pensamiento cristiano y para la acción de la Iglesia el primado que se da a la relación, al encuentro con el misterio sagrado del otro, a la comunión universal con la humanidad entera como vocación de todos»” (277). Finalmente, también el papa invita a cada uno para que sea artesano de paz, uniendo y no dividiendo, extinguiendo el odio y no conservándolo, abriendo las sendas del diálogo y no levantando nuevos muros (284).

La carta encíclica termina con un llamamiento, citando el encuentro fraterno con el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb:

«declaramos — firmemente— que las religiones no incitan nunca a la guerra y no instan a sentimientos de odio, hostilidad, extremismo, ni invitan a la violencia o al derramamiento de sangre. Estas desgracias son fruto de la desviación de las enseñanzas religiosas, del uso político de las religiones y también de las interpretaciones de grupos religiosos que han abusado —en algunas fases de la historia— de la influencia del sentimiento religioso en los corazones de los hombres. […] En efecto, Dios, el Omnipotente, no necesita ser defendido por nadie y no desea que su nombre sea usado para aterrorizar a la gente», seguido del documento sobre la fraternidad humana por la paz y la convivencia común.

 La carta encíclica se cierra con una oración al Creador y una oración cristiana ecuménica, para que infunda en nosotros un espíritu fraternal y derrame en nosotros el río del amor fraterno.

Camino al Alégrate Corazón

Camino al Alégrate Corazón

Por: Daniel Zapata y José Andrés Hurtado.

El evento Alégrate Corazón, es el gran congreso que, desde la Casa de Formación la Misión, realizamos desde hace 3 años para celebrar la Fiesta Eudista del Corazón de Jesús, la cual conmemoramos cada 20 de octubre. Es un orgullo para nosotros, candidatos en formación, poder seguir siendo promotores de nuestra espiritualidad, aun en medio de esta difícil realidad en la que hoy nos encontramos de pandemia. Cada encuentro de este gran corazón Eudista, es motivo de sanación, de formación y sobre todo de amor.

Este gran congreso del corazón, que este año llega a su cuarta edición, continuará con esta dinámica de formación en el amor de Jesús, pero enfocándolo desde nuestras pequeñas Iglesias domésticas que son aquellas que estamos llamados a fortalecer, de allí que nuestro lema este año sea #JesúsViveyReinaEnMiCasa. Para ello contaremos con la participación de tres sacerdotes eudistas que expondrán su visión de cómo formar a Jesús en la casa, desde tres enfoques, la espiritualidad eudista, la doctrina social y la Palabra de Dios, además de la participación de una representación de los asociados eudistas y ministerios de música de nuestra comunidad.

Para ello, hemos iniciado, desde principios del mes de septiembre, un itinerario camino al Alégrate Corazón, en el que nos encontramos todos los sábados con aquellas personas que hacen parte de nuestra familia, con el fin de orar y prepararnos para este evento. Como equipo organizador, hemos tenido el privilegio de tener en este programa aquellos hermanos que han tenido la oportunidad de organizar las ediciones anteriores como lo son los candidatos Eudistas, José Andrés Hurtado, Jefferson García y Luis Novoa, entre otros que nos han compartido su experiencia en cada una de las ediciones del mismo.

Queremos invitarlos, a que nos sigamos encontrando todos los sábados a las 7 de la noche a través del canal de Facebook de la Casa de Formación La Misión y a las 8p.m. a través de la emisora Minuto de Dios Bogotá 107.9 FM, para que de esta manera nos podamos preparar y poder cumplir con el deseo de nuestro fundador San Juan Eudes, de formar a Jesús en cada uno de los ámbitos de nuestra vida “Nuestro deseo, preocupación y tarea principal debe ser formar a Jesús en nosotros, haciendo que en nosotros viva y reine, con su espíritu, su devoción, sus virtudes, sus sentimientos, inclinaciones y disposiciones. A ese fin deben tender nuestros ejercicios de piedad. Es la tarea que Dios nos pone entre manos para en ella trabajemos sin descanso” (O.C. I 272).

La cuarta edición

La edición 2020 de nuestro Alégrate Corazón se realizará el sábado 17 de octubre desde las 6:00p.m. y será transmitida a través del canal de Youtube Minuto de Dios Tv como señal matriz, las emisoras Minuto de Dios Bogotá 107.9 FM y Medellín 1230 AM, el canal Cristovisión, entre otros medios internacionales y páginas digitales que llegan a sumar 23 canales de comunicación que se convertirán, ese día, en difusores de nuestra espiritualidad. ¡Todos invitados!

Un Eudista en Misión

Un Eudista en Misión

El capellán de la Corporación Minuto de Dios, el padre Wilson Sossa, nos cuenta como fue la labor social realizada durante la cuarentena decretada, a causa de la pandemia del COVID-19.

Es precisamente en los tiempos difíciles donde se conoce quien está contigo, sin excepción alguna el Minuto de Dios demostró que sin importar las circunstancias se hace presente con los más necesitados.

Por medio de las campañas “minuto a minuto con los pobres”, “tras las rejas: actúa con el corazón” se pudo beneficiar a más de 52.817 familias, registrando 69.173 ayudas entregadas entre mercados y kits de aseo, convirtiéndose en la línea humanitaria para beneficiar a distintos sectores de la ciudad y del país.

Se entregaron ayudas en algunos sectores de Soacha, Fontibón, Engativá, Ciudad Bolívar, Suba y Usme, mediante alianzas con fundaciones y parroquias de dichas localidades; a la vez que estas ayudas transcendieron a todo el país recorriendo los 32 departamentos de Colombia.

El padre Wilson Sossa estuvo presente en la entrega de estas ayudas, prestando su servicio como sacerdote y voluntario; convencido de que todos podemos ayudar y aportar para el beneficio del prójimo.

También se creó la línea de formación, en la cual, se ha venido instruyendo a los voluntarios y se fortaleció la línea de acompañamiento espiritual y psicológico con “Aló Jesucristo”, en la que muchos profesionales de psicología y trabajo social, brindan su apoyo a las personas que padecen dificultades de diferente índole. .

Gracias al padre Wilson, a los voluntarios y a las personas que donaron se pudo hacer realidad las ayudas a los más vulnerables. Sin duda, este sacerdote es un claro ejemplo del legado del padre Rafael García Herreros. Pues, según el padre Wilson Sossa: “Trabajar en función de los más necesitados es el ADN del Eudista”.

¿Cuál es el comportamiento que debe tener el hombre ante Dios?

¿Cuál es el comportamiento que debe tener el hombre ante Dios?

Por medio de las redes sociales, el Padre Fidel Oñoro, sacerdote Eudista de El Minuto de Dios, invitó a la comunidad a realizar una conversión interior, para poder entender el verdadero papel que debe desempeñar el ser humano ante la voluntad de Dios.

Tomado de: Emisora Minuto de Dios – Bogotá

 

El Padre Fidel Oñoro compartió a través de la cuenta de Facebook de la Emisora Minuto de Dios – Bogotá, una reflexión que evidenciaba la importancia de pensar con el alma para entender ¿Cuál es el comportamiento que debe tener el hombre ante Dios?

A partir de la Parábola de los dos hijos (Mateo 21,28-32), reflexionó sobre tres aspectos: La unificación del corazón,  la actitud de conversión y el comportamiento del hombre.

En la primera, se determinó que los hijos mencionados en la parábola, hacen referencia al corazón del hombre, un corazón dividido y lleno de conflictos que no ha decidido cuál es el camino que debe seguir. El padre Fidel Oñoro, afirma “La cuestión no es dividir el mundo entre los obedientes y los desobedientes, sino que la parábola habla de un conflicto interior, de un corazón dividido, y pienso en el salmo 86, versículo 11, en donde, el orante le pide al señor que le dé un corazón unificado”.

En el segundo aspecto, se plantea la palabra arrepentimiento como un movimiento interior de conversión, en el cual, es importante aprender a pensar con el alma, para que cuando el hombre realice una determinada tarea, la haga por el sentido de pertenencia que tienen hacia esta, mas no por obligación. Y finalmente, explica que el señor acoge a los hombres, siempre y cuando el ser humano realice una conversión a conciencia.

Entonces, para poder entender la actitud que se debe tener ante Dios, es necesario partir de un cambio interno, “Hoy en el centro está la imagen de un padre, un padre Dios por descubrir, por amar y por seguir. Recuerda: hay obediencia cuando tu entiendes quién es Dios para ti, y no te comportas como un esclavo, sino como un verdadero hijo” Afirma el Sacerdote Eudista de El Minuto de Dios.