por José Andrés Hurtado Soto | Nov 22, 2021 | Actualidad Eudista
“Colombia, lluvia de amor” es el lema del Banquete del Millón de este 2021. Este año el evento oficial se realizará el jueves 25 de noviembre en Bogotá y de manera simultánea en Barranquilla, Cúcuta, Bucaramanga, Villavicencio, Pasto, Ibagué, Buga, Pereira, Neiva, Bello, Madrid, Soacha, Zipaquirá y Girardot.
Luego de una gran pausa a la que el mundo fue sometido por causa de la pandemia, nuevamente la presencialidad vuelve a su cauce sin abandonar el cuidado personal con las normas de bioseguridad y, así, el Banquete del Millón de este 2021 se prepara para debutar nuevamente de manera presencial. Lo bueno de todo esto, es que la virtualidad seguirá activa para aquellas familias, amigos y empresas que deseen ser partícipes de esta transmisión tan insigne de la Organización Minuto de Dios y poder hacer sus aportes de manera remota.
Ya el Padre Diego Jaramillo, presidente de la Organización Minuto de Dios, nos había extendido la invitación al decir que todos somos partícipes de este Banquete del Millón “con la conciencia de que hay personas muy pobres en el país y que todos nosotros, aunque no seamos ricos, podemos tenderle la mano al otro, ayudándoles materialmente con lo que nos sea posible”.
Este año, de manera especial, se hizo un encuentro para celebrar el 61° del Banquete del Millón, el pasado jueves 18 de noviembre, desde la Casa de Nariño, Palacio Presidencial de Colombia, uniendo esfuerzos entre El Minuto de Dios y la Presidencia de la República con el fin de ayudar a los afectados por la ola invernal. En este encuentro estuvieron presentes el Padre Diego Jaramillo, el Padre Camilo Bernal, y demás delegados en representación de El Minuto de Dios, así como la presencia de la Señorita Colombia 2021, Valentina Espinosa, quienes fueron recibidos por el presidente Iván Duque en compañía de la primera dama.
En palabras del presidente Iván Duque, “Ha sido un año de muchísimas enseñanzas, donde también hay dolores en tantísimas familias que perdieron sus seres queridos por causa de la pandemia, familias que se vieron afectadas por el golpe económico que trajo esta pandemia, tantas familias que están hoy en Colombia buscando ser recibidas con brazos abiertos en medio de tantas dificultades y en condición de inmigrantes y cuantos han sido afectados por los desastres naturales. En medio de estas situaciones calamitosas sale a relucir lo más bueno que tiene esta Nación, cuya fortaleza está en su gente, en su espíritu cooperante, en su generosidad y fraternidad y en la capacidad de superar y sobrellevar la adversidad volviéndola oportunidad”, señaló.
Para finalizar este encuentro, el Presidente de Colombia, destacó que son 61 años del Banquete del Millón, y 67 años de existencia de El Minuto de Dios, en el que cada año ha marcado su propia pauta, demostrándonos que han construido todo sin haber tenido con qué en el momento que empezó, siendo la perseverancia y la labor comprometida y continua la que ha permitido esta Obra que es orgullo para los colombianos, “sentimos al Minuto de Dios como un patrimonio de toda Colombia”, dijo para finalizar, Iván Duque, presidente de la República.
por José Andrés Hurtado Soto | Nov 2, 2021 | Actualidad Eudista
“Preocupados porque la Iglesia tenga siempre buenos pastores, colaboran, según sus posibilidades y el llamamiento de los obispos, en suscitar vocaciones, en la formación y en el servicio a los presbíteros y demás ministros”[1], así rezan las Constituciones de la Congregación de Jesús y María, texto normativo que enmarca el ser y el hacer de los eudistas, y que se aproxima a describir el principal adjetivo con el que se conocen a estos obreros del Evangelio, formadores. Es importante señalar, que la dimensión de la formación en nuestro tiempo, en comparación con la época del surgimiento de nuestro carisma, ha tenido un encuentro con una necesaria reingeniería o adaptación, que arropa la misión del consagrado y la misma vida, con el objetivo primordial de que “todos los hijos de Dios dispersos, se reúnan en la unidad” (Jn 11,52).
El inicio del nuevo milenio se dio a la sombra de una serie de escándalos que marcaron la misión de la Iglesia norteamericana debido a la publicación, por parte de la prensa secular, de una investigación que daba cuenta de una serie de abusos por parte del clero en la Iglesia de Boston, Massachussets, en los Estados Unidos; eso abrió el tema a escala pública y destapó una serie de verdades que colocaron el ojo colectivo en la Iglesia de Jesucristo.
Ante todo, al darle una mirada a la situación de los abusos en el seno de la Iglesia, obligatoriamente debe situarnos en el semillero del ministerio sacerdotal, la formación inicial. Ya en el entorno eclesial se ha tomado conciencia de la necesidad de una profundización en una serie de aspectos, entre ellos, el aspecto motivacional de un aspirante al sacerdocio, y más aún en el entorno de la formación eudista. Según el padre Hernán Alzate cjm, hay que basarse en “la lectura del ser humano que vive constantemente en la tensión de una polaridad la cual no es coincidencia del vivir sino una característica de su configuración”[2]. Vienen a nuestra mente las preguntas ¿qué valores lo mueven? ¿cuáles son sus necesidades?, ejercicio que sólo es posible por medio de un acompañamiento verdaderamente cercano que pueda penetrar los deseos, impulsos, heridas, anhelos, todo su universo personal, inclusive el de su pasado, entorno familiar y de allegados, pues muchos son los elementos del proceso de crecimiento de una persona que desarrollan trastornos o patologías que puedan desembocar en un sinfín de abusos – no sólo sexuales – también de autoridad, poder o consciencia.
Con juicios inmediatos, en nuestros días se señala la figura del clérigo y se le vincula de manera tajante y lapidaria con el perfil de pedófilo o abusador, dada la negativa afectación que la masificación de las noticias ha hecho contra la imagen del consagrado; sin embargo es válido destacar que según estudios que las propias ciencias humanas han realizado a individuos “no es posible indicar un tipo de correlación directa o comorbilidad en la que puede ser más prevalente una parafilia u otra”[3] (…) “el pedófilo tiene el aspecto de un hombre común, no tiene ningún signo distintivo del cual se deberá desconfiar. Es un tipo banal y muy astuto, dotado de gran sensibilidad, un manipulador experto”[4], de allí que el mito de la consagración sacerdotal como medio de transformación de un hombre en abusador, comenzaría a derrumbarse.
A la par de estos estudios, la Iglesia ha asumido una actitud correctiva y preventiva frente a la ocurrencia de los abusos, que con el correr del tiempo, se han visibilizado mucho más en distintos puntos del globo terráqueo y han endurecido las medidas que desde la curia romana son dictaminadas.
Alrededor del año 2002, a propósito de lo ocurrido en la costa este norteamericana, se dio un hito importante y fue la posición asumida por la Conferencia Episcopal Nacional de los Estados Unidos, la cual se comprometió a afrontar el tema con la implementación de unas líneas guías que rigieran el accionar en este ámbito, conocidas como el “Dallas Charter 2002”.
Este paso se da a la par de una serie de acciones impulsadas por los tres Pontífices que han ocupado la Sede de Pedro en las últimas dos décadas, esto ha permitido que se vaya madurando la postura de la Iglesia en términos de atención de los abusos; en este orden se pueden mencionar los esfuerzos hechos por el entonces Papa Juan Pablo II con el Motu Proprio “Sacramentorum Sanctitatis Tutela”, la explicación, ampliación y actualización de esta carta, hecha por el Papa Benedicto XVI en el 2010, el Motu Proprio “Como una Madre amorosa” escrito por el Papa Francisco en el 2016, como carta a los Obispos, pidiendo diligencia en la protección de los más débiles, el Motu Proprio “Vos estis lux mundi”, publicado en el 2019 por el actual sucesor de Pedro, el cual concreta las normas que deben regir a la Iglesia en caso de abusos, particularmente el rechazo al encubrimiento de los mismos. El más reciente de los instrumentos es el Vademécum sobre algunas cuestiones procesales ante los casos de abuso sexual a menores cometidos por clérigos, el cual no es un texto normativo ni legislación, es un manual (primordialmente para juristas) que busca guiar a quienes deban establecer la plausibilidad de una acusación cuando un clérigo es señalado de abuso de menor.
Todo esto ha significado un largo camino de dolor, pero que a la vez se ha transformado en acción y ha llevado a la Congregación de Jesús y María a entrar en sintonía con una cultura que preserve la dignidad de las personas, muy en sintonía con el llamado del Papa Francisco reflejado en Gaudium et Spes, “A fuer de criatura, el hombre experimenta múltiples limitaciones; se siente sin embargo ilimitado en sus deseos y llamado a una vida superior… atraído por muchas solicitaciones, tiene que elegir y que renunciar”[5]. Con la realización del Foro para dar a conocer las Normas aplicables a la Congregación de Jesús y María en materia de abusos, el padre Jean-Michel Amorioux cjm, Superior General de los Eudistas, dio un paso adelante en la apropiación congregacional de un tema que mancha actualmente a la Iglesia y ha dejado profundas heridas en el mundo entero. Es el signo de la apertura de una nueva cultura o modo de vida del “buen trato”, que desde la CJM debe permear nuestra Iglesia y espacios de misión en general.
A partir de las directrices dadas por el Papa Francisco, cuatro acciones han de guiar a la Iglesia en el caso de presentarse un abuso: 1. Aprender de nuestros errores; 2. Afrontar el problema; 3. Asumir políticas de protección y 4. Atender a las víctimas. En un espíritu de comunión, Monseñor Luis Manuel Alí, Obispo auxiliar de Bogotá y miembro de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, disertó junto a una importante población de candidatos, incorporados y asociados a la CJM, los 5 principios que han de regir a la Iglesia en este tema:
- Responder con celeridad ante toda acusación.
- Retiro del perpetrador de sus responsabilidades ministeriales.
- Reporte a la ley civil y cooperación con la misma.
- Preocupación por el bienestar emocional y espiritual de las víctimas y sus familias.
- Confidencialidad de los implicados y atención a los miembros.
Bien vale aclarar, que todas estas acciones actuales fueron abordadas por el Papa Francisco en un encuentro denominado “La protección de los menores en la Iglesia”, realizado del 21 al 24 de febrero de 2019, en el cual estableció 8 pautas que marcarían la guía del accionar eclesial en adelante. La primera establecería el cambio de mentalidad de la Iglesia “para combatir la actitud defensiva-reaccionaria de salvaguardar la institución, en beneficio de una búsqueda sincera y decisiva del bien de la comunidad”; la segunda, “la Iglesia nunca intentará encubrir o subestimar ningún caso (Discurso a la Curia Romana, 21 de diciembre 2018); tercera, “se necesita imponer un renovado y perenne empeño hacia la santidad de los pastores (…) se reitera entonces su firme voluntad de continuar, con toda fuerza, en el camino de la purificación; cuarta, “la exigencia de la selección y de la formación de los candidatos al sacerdocio con criterios no solo negativos, preocupados principalmente por excluir a las personas problemáticas, sino también positivos para ofrecer un camino de formación equilibrado a los candidatos idóneos, orientado a la santidad y en el que se contemple la virtud de la castidad”; quinta, “reafirmar la exigencia de la unidad de los obispos en la aplicación de parámetros que tengan valor de normas y no solo de orientación”; sexta, “Acompañar a las personas abusadas, pues el mal que vivieron deja en ellos heridas indelebles que se manifiestan en rencor y tendencia a la autodestrucción”; séptima, “la protección de los menores debe tener en cuenta las nuevas formas de abuso sexual y de abusos de todo tipo que los amenazan en los ambientes en donde viven y a través de los nuevos instrumentos que usan, como es el caso del internet”; y octava, “para combatir el turismo sexual se necesita la acción represiva judicial, pero también el apoyo y proyectos de reinserción de las víctimas de dicho fenómeno criminal. Las comunidades eclesiales están llamadas a reforzar la atención pastoral a las personas explotadas por el turismo sexual”[6].
En la misma línea, la Congregación de Jesús y María ha hecho lo propio para “garantizar que el pueblo de Dios encontrará en ella un espacio seguro en el que no tenga cabida ningún tipo de abuso”[7], y para ello ha construido un documento que procura ante todo “prestar atención a las personas, principalmente a las víctimas, para asegurarse de que sean escuchadas y acompañadas, el establecimiento de una serie de normas y protocolos aplicables en caso de denuncias de abusos sexuales a menores o personas vulnerables, además del fortalecimiento de la formación inicial y permanente de los eudistas y de todos los que colaboran con nuestra misión en orden de crear ambientes seguros.
Es un compromiso no sólo como hombres, sino especialmente como aquellos que hemos sido llamados a una misión especial en nombre de Dios, adhiriéndonos a nuestras Constituciones (n. 16) “los Eudistas son solidariamente responsables de la vida y del apostolado de la Congregación”, pues “recuerden que una sola alma es un mundo delante de Dios”.[8]
José Andrés Hurtado Soto
Candidato Eudista – Provincia Minuto de Dios
Referencias:
[1] Constituciones 2
[2] La Formación de Jesús en nosotros, p 207
[3] Pacciolla et al., 2016, p. 17
[4] Pittet et al., 2017, p.55
[5] La Formación de Jesús en nosotros, p 208
[6] Discurso del Santo Padre Francisco al final de la Concelebración Eucarística
[7] Normas abusos CJM 2021, p 2
[8] OC X pag. 480
por José Andrés Hurtado Soto | Oct 26, 2021 | Actualidad Eudista
Una breve perspectiva de la vivencia congregacional de su misión fundacional.
“Los Eudistas actuales debemos tratar con grandeza de alma e inmensa gratitud nuestra historia familiar, construida sobre el heroísmo de nuestros antepasados y regada con la sangre de nuestros mártires”[1]
Gerardo Velásquez Morales Cjm
Al aproximarse los 400 años de la fundación la Congregación de Jesús y María, los Eudistas hacen un giro paradigmático en su visión interna. Sin perder su esencia, han pasado de una lectura de vida comunitaria que se embarca en la misión, a la construcción de una comunidad reunida en torno a una misión. Esto es, la misión es la que los convoca y, por ello, han pasado de estar “juntos para la misión” a “para la misión juntos”[2] Y aunque parece ser un juego de palabras, que podrían no tener una trascendencia epistémica ni un impacto en el ser Eudista, evidentemente tiene una profunda relación en la vivencia de la comunidad.
Así pues, para comprender los hechos que motivan a este giro es necesario hacer una lectura del heroísmo cristiano vivido en la escuela de San Juan Eudes, pues, los Eudistas a imitación de su padre fundador, comprenden que la formación de Jesús es una necesidad vital para el pueblo santo de Dios. Y en este proceso gestacional y de encarnación dejan al lado sus diferencias humanas, culturales y sociales y se embarcan en la tarea de «Remar mar adentro» (Lucas 5, 4)
Ya lo enseña el recordado padre Teodoro Hamon cjm, sacerdote francés, quien, ante el llamado de su superior general, padre Ángel le Doré cjm, para ir a tierras colombianas e iniciar allí una nueva misión pronuncia las palabras que deberían de convertirse en la respuesta a las obediencias misionales de todo Eudista: “ECCE EGO, MITTE ME”. (Aquí estoy, envíame) Palabras que interpelan y retumban aún en los claustros, casas de formación y comunidades locales de los Eudistas en América. Y que han quedado grabadas en la hermosísima capilla de Cristo Sumo Sacerdote del seminario Valmaría en Bogotá como signo de la valentía y el tesón Eudista.
Y ¿para qué embarcarse en un mar tempestuoso? Los fundadores y superiores de la Congregación son Jesús y María y este punto de referencia no se puede perder en la vida de ningún Eudista, ni de aquel que inicia su tiempo de probación ni del que ha entregado su vida en la edificación de la comunidad. En esa embarcación que navega hacia mar adentro los Eudistas viven el proceso remembranza de sus orígenes y en consecuencia, bien lo enseña el recordado padre Gerardo Velásquez cjm “la misión fue un acto de encarnación”[3]
La formación, como se ha dicho anteriormente, implica un proceso de gestación y alumbramiento. Y claramente no es un proceso fácil, sino que exige en el hombre una fuerza espiritual y anímica que solo podrá venir de Dios pero que siendo necesario es vital, pues el proceso de encarnación enriquece con nuevas luces, vidas y grandezas la vida y el carisma de la congregación. En el fondo, asumir una nueva misión es prologar el misterio de la encarnación, asumir las realidades a las que son destinados no como espectadores sino como miembros.
Solo se puede gestar si se entra en sintonía con los dolores profundos de las personas. Los Eudistas no llegan a Colombia con aires colonizadores o añoranzas de su tierra de origen, sino que encuentran que la tierra que los acoge necesita que se comience una fuerte labor en la construcción de una humanidad nueva. Los Eudistas comprometen su vida en la futura Provincia de Colombia a crear hombres nuevos desde el corazón de Dios, y así como en Francia resonó el impactante “ECCE EGO, MITTE ME” en Colombia retumban las palabras de Monseñor Eugenio Biffi “EL VERBO DE DIOS SE HA HECHO CARNE”[4]
Al tiempo, la misión Eudista llegó a las tierras canadienses y éstos acogen a los franceses que han salido por la Revolución. Los Eudistas llegan a las inhóspitas tierras con factores ambientales y geográficos en contra, pero su convicción los impulsó al trabajo con tesón en la formación de Jesús. Así lo enseña el padre Ricardo Chinchilla cjm: “el espíritu Eudista es el que trabaja en la tempestad con alegría” y así la misión se logra, creyendo lo que el fundador dijo: ver en todo, la voluntad de Dios.
Pese a las barreras lingüísticas y culturales, los Eudistas ya se encuentran en Francia, Colombia y Canadá al final del siglo XIV. En la actualidad, en cuatro continentes, pero las distancias culturales y de pensamiento no podrán ser una limitante en el servicio congregacional, los une la misión y la preocupación por el pueblo de Dios. Por eso, hablar el lenguaje de la misericordia es el único que puede unirlos como seres humanos y cristianos Eudistas.
Lenguaje de misericordia que ha expresado Venezuela, una provincia golpeada fuertemente (como toda persona e institución en el entrañable país latino) por las dificultades sociales, políticas y económicas, sabe lo que es vivir la misericordia. “Desde la llegada de los Eudistas a Venezuela, la experiencia misionera siempre fue un norte. La evangelización de comunidades y pueblos desasistidos y sin formación religiosa se hizo prioritaria y vemos cómo los sacerdotes empiezan a salir de los seminarios en las temporadas fuertes de misión para ir a ‘evangelizar’ a estos pueblos”[5]
Esa salida necesaria y vital por Dios lleva a los Eudistas de todos los lugares y de todas las épocas a encontrar al hombre. El padre Camilo Bernal cjm hablando del Siervo de Dios Rafael Garcia-Herreros dice: “buscando el encuentro con Dios encontró al hombre y a un hombre viviendo en un tugurio y encontrándolo se comprometió con él”. Entonces, comprometerse con el hombre y su dignidad no es solo del tiempo libre, sino que implica comprometer incluso el buen nombre del misionero que acercándose al mísero lleva la fuente de la misericordia.
Claramente el ejercicio misional no se puede realizar solo y ahí la clave es la comunidad que se une para llevar adelante el proceso gestacional y de encarnación. Y bien lo vivió el Siervo de Dios Rafael Garcia-Herreros: “Le vuelvo a decir que estoy desesperado por falta de un sacerdote Eudista. El padre Provincial dice que no tiene y es verdad”[6] .En el año 2009 se crea la Provincia Minuto de Dios, con una voz que retumba y hace vibrar los corazones de todos los Eudistas: “Que el corazón de Jesús nos conceda mucha audacia e intrepidez para hacer crecer el Reino de Dios y para formar entre nosotros, con Jesús y María, un solo corazón”[7] Así pues, el inicial desespero que expresa el padre García-Herreros es respondido por una comunidad que respalda su trabajo hablando de que somos un solo corazón. Y esa unidad comunitaria es profundamente conmovedora.
Los Eudistas a pesar de ser de diferentes latitudes se comprometen en el servicio misional, un Eudista es un hombre encendido en misericordia que se dedica a las misiones y a la formación. Durante este viaje de mar adentro, la misión ha cosechado frutos exuberantes y ha formado en los corazones de hombres valientes con mirada misericordiosa, que trabajaban decididamente. Así pues, la Congregación llega a los corazones africanos y los invita en palabras del padre Severin Lath cjm a: “dejarse interpelar por los primeros eudistas, y como Juan Eudes, a abrir con audacia los caminos nuevos para hacer crecer el Reino de Dios en África”
Esto es realmente emocionante, los Eudistas pronuncian con temblor en su voz el “aquí estoy” porque son conscientes de la necesidad de formar a Jesús en todos los cristianos, a pesar de las dificultades culturales y geográficas, porque saben que es la forma de construir un reino en el que la dignidad del hombre sea reconocida, reestablecida y cuidada. Llegan así a Europa, América, Asia y África. Pero principalmente al corazón de Jesús y María que con y entre nosotros son un solo corazón.
Jefferson García Castrillón | Candidato Eudista Provincia Minuto de Dios
Bogotá, Seminario de Valmaría, 2021
[1] Gerardo Velásquez Morales Cjm. El amanecer histórico de la Provincia Eudista de Colombia. Pendiente de publicación pág. 6
[2] Cf. De ITINERARIO EUDISTA DE LA FORMACION FORMAR A JESUS EN NOSOTROS, Ratio 2020 N° 58-61, para que le des fuerza al argumento. Y constituciones 16-22
[3] Gerardo Velásquez Morales Cjm. El amanecer histórico de la Provincia Eudista de Colombia. Pendiente de publicación pág. 20
[4] Gerardo Velásquez Morales Cjm. El amanecer histórico de la Provincia Eudista de Colombia. Pendiente de publicación pág. 27
[5] Solano, Martín cjm. 90 años en Venezuela, evangelizando y formando. Caracas, 2014. Pág. 31
[6] Jaramillo, Diego cjm. Los Eudistas en el Minuto de Dios. Corporación Centro Carismático Minuto de Dios. Bogotá, 2011. Pág. 12 Carta del Padre Rafael Garcia-Herreros al superior General el 20 de marzo de 1962
[7] Jaramillo, Diego cjm. Los Eudistas en el Minuto de Dios. Corporación Centro Carismático Minuto de Dios. Bogotá, 2011. Pág. 119
por José Andrés Hurtado Soto | Oct 22, 2021 | Actualidad Eudista
Por José Gregorio Navas, candidato eudista.
En ocasión de la celebración eudista del Corazón de Jesús, que tiene lugar cada 20 de octubre, en la Provincia Minuto de Dios se desarrolló el Congreso Internacional de Estudios sobre la Teología del Corazón de Jesús en san Juan Eudes, asimismo se celebró el “Alégrate Corazón 2021” concluyendo con la Solemnidad del Corazón de Jesús en la celebración de la Eucaristía, presidida por el Superior General de la Congregación de Jesús y María, P. Jean-Michel Amouriaux.
La Provincia Eudista Minuto de Dios fue sede del Congreso Internacional de Estudios sobre la Teología del Corazón de Jesús en san Juan Eudes, que organizó la Facultad de Estudios Bíblicos, Pastorales y de Espiritualidad (FEBIPE) de UNIMINUTO, desde el viernes 16 al domingo 18 de octubre, en el cual se abarcaron siete miradas del Corazón de Jesús y que fueron desarrolladas por distintos conferencistas, de talla internacional, expertos en los temas abordados, entre quienes figuraron el Dr. P. Álvaro Duarte, Cjm., Dr. Fr. Enrique Eguiarte, Mg. P. Jean-Michel Amouriaux, Cjm., Mg. P. Guillermo Acero, Cjm., y el P. Camilo Bernal, Cjm. De este modo, las siete dimensiones comprendían: 1) bíblica, 2) patrística, 3) construcción teológica, 4) pastoral, 5) antropológica, 6) devocional y 7) carismática. Dicho Congreso se llevó a cabo a través de las dos modalidades, presencial y virtual, a través de la página oficial de la FEBIPE en YouTube.
Unido a este Congreso Internacional sobre el Corazón de Jesús, se dio cita el evento “Alégrate Corazón” que organiza y anima la Casa de Formación Eudista “La Misión” de la Provincia Minuto de Dios, un evento que esta vez se asoció a la temática que propuso el Congreso, basado en el salmo 45, 2: “Me brota del corazón una palabra buena”. Con esa misma esencia, brotó del Corazón Eucarístico del Señor, para los asistentes en modo presencial-virtual, un sinfín de bendiciones, se desbordó el amor ardiente del Corazón de Jesús en quienes acudieron a él. El “Corazón Alegre” del Señor pasó a formar parte del corazón de todos los que se reunieron en torno a su presencia y entre cantos, oraciones y risas se establecieron lazos de fraternidad.
En el Congreso Internacional del Corazón de Jesús, aunque se pudo considerar como una propuesta meramente académica, se supo fusionar el estudio propiamente con la espiritualidad eudista y las celebraciones litúrgicas de la Eucaristía que tuvieron cita los tres días el evento. La Eucaristía de clausura del Congreso fue presidida por el Superior General de la CJM, P. Jean-Michel Amouriaux, en compañía de los distintos padres eudistas de las Provincias Minuto de Dios, Colombia y Venezuela. El Padre Amouriaux afirmó en su homilía que “en la persona de Jesús hay cielo y tierra, hay Dios y Hombre. San Juan Eudes lo afirma al decir que por la persona de Jesús recibimos todo de Dios, la gracia y el Espíritu Santo; por ese mediador nos presentamos delante del Padre: Él es la Unidad del cielo y la tierra, es la puerta abierta del lado de Dios y ha reabierto la puerta del lado del hombre, cuya puerta abierta es su costado abierto, el corazón del Hombre-Dios”.
Siguiendo con esa misma sintonía en el amor del Señor, el 20 de octubre, se celebró la Solemnidad Eudista del Divino Corazón de Jesús. Esta solemnidad propuesta por san Juan Eudes, tiene cita cada 20 de octubre, fue esa la fecha establecida por el santo francés para honrar el “Corazón Amantísimo de Jesús”, fue él quien, por primera vez en la historia de la Iglesia, “compuso un oficio y una misa que hizo aprobar por los obispos que le habían confiado sus seminarios y, en 1672, dirigió a sus hijos una circular triunfante en la que los invitaba a celebrar solemnemente, el 20 de octubre, la fiesta del divino Corazón de Jesús. Les pedía encarecidamente que convocaran al pueblo y predicaran en ella” así lo encontramos reflejado en las Obras Completas VIII. De ahí, cada año se celebró –como ahora– la fiesta del Corazón de Jesús, que, como lo diría san Juan Eudes: “es la fiesta del amor”.
Dentro de la celebración de la eucaristía, se dio gracias por la culminación de la visita canónica del Superior Provincial, P. Jean-Michel Amouriaux, a la Provincia Minuto de Dios, la cual fue de grandes frutos a favor del crecimiento y buen funcionamiento de las distintas estancias de esta Provincia. Asimismo, se inició con gran alegría el Año Jubilar en preparación del 350° aniversario de la primera celebración litúrgica del Corazón de Jesús, realizado por san Juan Eudes en octubre 20 de 1672, por eso en este año jubilar estamos llamados a “vivir en el amor trinitario de Dios, el cual nos salva” –en Palabras del Superior General–. De igual forma, fue propicia la ocasión, para que el Padre Jean-Michel compartiera la noticia sobre el nuevo Provincial de El Minuto de Dios, siendo el Padre Camilo Bernal reelecto para la animación de la Provincia.
Damos gracias al Señor por este regalo que nos ha dado, al entregarnos el Corazón de su Hijo querido, san Juan Eudes nos lo recuerda: “El Corazón de Jesús es de ustedes porque el Padre eterno, al darles a su Hijo, les ha dado el Corazón de su Hijo”.
¡Viva Jesús y María!
por José Andrés Hurtado Soto | Oct 7, 2021 | Actualidad Eudista
Descubramos el mundo donde tenemos que ser Iglesia.
El mundo contemporáneo experimenta a gran escala una acelerada cultura del cambio, los avances de la ciencia, la tecnología y los nuevos modelos de sociedad, afloran distintas realidades que suponen un reto para las estructuras actuales, desde el núcleo familiar hasta el aparataje organizacional de los Estados, teniendo en cuenta sus dimensiones políticas, económicas y sociales.
Hablar de cambio implica centrar la mirada en lo propio de la persona humana, detenerse en aquello que configura su antropología y lo abre al mundo de las posibilidades y de las relaciones, es entrar en el “caldo de cultivo” que permite su desarrollo y su mayor expresión en los distintos niveles de su multidimensionalidad, es tocar el corazón de su naturaleza que lo hace ser contingente y variable. Por tanto, hablar de cambio es hablar del hombre de ayer, de hoy y de mañana.
Sin embargo, el hombre que se encuentra habituado ontológicamente al cambio se enfrenta a un nuevo paradigma histórico, como lo afirma en su libro “Las edades de la globalización”, Jeffrey Sachs, economista y profesor norteamericano, “vivimos una aceleración del cambio” considerado este como una categoría propia de la innovación, en donde su aceleración exponencial, ha agilizado los procesos, cimentando así, una nueva era o época que obliga a descubrir dónde el ser humano debe ser.
Este “aceleramiento del cambio” ha tocado las puertas de la Iglesia, obligándola a preguntarse sobre sí misma y sobre el mundo: Iglesia, ¿Qué dices de ti misma y qué le dices al mundo de hoy? La institución eclesial no puede ser ajena a este fenómeno histórico que pone entre la espada y la pared a todas las estructuras sociales.
Esta situación posibilitó un importante acontecimiento mundial, el gran Concilio Ecuménico Vaticano II (1962 – 1965), que promovió un cambio o renovación en la vida de la Iglesia, con el fin de asumir el anuncio del evangelio en coherencia con las exigencias actuales; cada vez se tomaba conciencia de la brecha que existía entre la Iglesia y el mundo contemporáneo. El Papa San Juan XXIII (1881 – 1963) convocó el Concilio, convencido de que la Iglesia debía adaptar su predicación, su organización y sus métodos de pastoral a un mundo que se había transformado profundamente[1].
El sentimiento de cambio era evidente en todos los sentidos, incluso, aunque Juan XXIII no logró concluirlo, su predecesor, el Papa San Pablo VI, cuando se clausuró el Concilio, el 7 de diciembre de 1965, dijo lo siguiente: «Quizá nunca como durante este Concilio se había sentido la Iglesia tan impulsada a acercarse a la humanidad que le rodea, para comprenderla, servirla y evangelizarla en sus mismas rápidas transformaciones… En el rostro de cada ser humano, sobre todo si se ha hecho transparente por sus lágrimas y dolores, podemos y debemos reconocer el rostro de Cristo«[2]
El impulso renovador del concilio llegó a las tierras Latinoamericanas, siendo el mismo Pablo VI quien denunciara la resistencia de algunos sectores al inminente cambio, por eso el 24 de noviembre de 1965, reunió a la directiva y equipos del CELAM, y a todos los obispos latinoamericanos que participaban en el Concilio, y se lamentó por «quienes permanecen cerrados al soplo renovador de los tiempos, y se muestran faltos de sensibilidad humana y de una visión crítica de los problemas que se agitan a su alrededor… La súplica dolorosa de tantos que viven en condiciones indignas de seres humanos no puede dejar de afectarnos, venerables hermanos, y no pueden dejarnos inactivos«[3]
Ciertamente, el cambio no es posible si antes no se asume un verdadero encuentro personal con Cristo, quien todo lo hace nuevo, sin embargo, no se puede quedar únicamente en el plano personal, sino que el encuentro se traduce en salida misionera, en acción pastoral concreta de comunicación del evangelio y testimonio de entrega y donación.
La V Conferencia General del Consejo del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, realizada en Aparecida, Brasil, centra la mirada en este impulso renovador, sin dejar a un lado los esfuerzos de las asambleas anteriores, desde Medellín (1968) hasta Santo Domingo (1992). El Papa Benedicto XVI, en su discurso inaugural, en referencia a los pueblos de Latinoamérica, afirma: “La fe ha de afrontar serios retos, pues está en juego el desarrollo armónico de la sociedad y la identidad católica de sus pueblos”.
El gran llamado a los bautizados a “ser discípulos y misioneros de Jesucristo” renovando y revitalizando la novedad del evangelio arraigada en la historia, que es garante y testigo de los profundos cambios que atraviesa la humanidad en el tiempo, esperando una respuesta asertiva de los hijos de Dios que son Luz y Sal de la tierra. Esto implica evidentemente una auténtica conversión que no se reduce sólo a lo personal, sino que trasciende a lo pastoral, es decir, a la capacidad de estar dispuestos a dejar que la Palabra inunde el sentir y el actuar; y a nivel eclesial, disponerse a dejar que el Espíritu Santo lleve por donde Él considere conveniente, aunque eso signifique desprenderse de modelos a los que se está acostumbrado.
Conversión pastoral
La renovación del Concilio Vaticano II ha permeado a la Iglesia y Aparecida lo recuerda para los pueblos de Latinoamérica, teniendo de referencia el mandato de Cristo en el evangelio “Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos” (Mt 28, 19) El documento conclusivo de esta importante conferencia para la vida de la Iglesia lo enfatiza en su numeral 365:
“Esta firme decisión misionera debe impregnar todas las estructuras eclesiales y todos los planes pastorales de diócesis, parroquias, comunidades religiosas, movimientos y de cualquier institución de la Iglesia. Ninguna comunidad debe excusarse de entrar decididamente, con todas sus fuerzas, en los procesos constantes de renovación misionera, y de abandonar las estructuras caducas que ya no favorezcan la transmisión de la fe.”
Aparecida insiste que la Conversión Pastoral no se reduce a un cambio de planes sino a una actitud constante de escucha y discernimiento “lo que el Espíritu está diciendo a las Iglesias (Ap 2, 29) a través de los signos de los tiempos en los que Dios se manifiesta”[4] . Esta apertura de escucha no puede prescindir del contexto histórico de los miembros de la Iglesia y los contextos socioculturales bien concretos. La renovación no es cambio de planes, es verdadera toma de conciencia de la vida espiritual, pastoral e institucional, solo así se puede ser coherente con el anuncio del evangelio y un mundo que “gime con dolores de parto” (Rm 8,22).
Se puede resumir la conversión pastoral por medio de las siguientes actitudes: apertura, diálogo, corresponsabilidad, participación, testimonio y comunión. Si las dinámicas pastorales no están atravesadas por estas disposiciones se corre el riesgo de una pastoral con los ojos vendados a la realidad de la gente, lo que significa una ruptura con la instauración del Reino de Dios que se hace efectivo para la salvación de la humanidad en su tiempo, entre el vaivén de los nuevos y permanentes desafíos.
Una Iglesia en salida.
Evidentemente siempre se ha hablado de misión, en unas épocas más que otras, sin embargo, con el Papa Francisco, la misión va acompañada de un sentido transformador de la Iglesia y sus estructuras, lo que marca el camino de conversión que se debe recorrer, es decir, no se trata solamente de llevar el evangelio a quienes no lo conocen o poco saben de él, sino que es la ocasión urgente y prioritaria de hacer una renovación y transformación en la Iglesia:
Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para su autopreservación (EG 27).
La “salida misionera” como lo llama el Papa, es la posibilidad de relación, es la vía de construcción fraterna que hace de la misión una “cultura del encuentro” entre los actores de misión y sus destinatarios, desde el paradigma del anuncio kerigmático hasta la transformación de la realidad a condiciones más humanas para la realización de un mundo mejor. Estar en salida es la mayor vivencia de encuentro con Jesús y con el otro, lo que es un verdadero imperativo para todo bautizado.
Es el momento del discernimiento, la Iglesia debe pasar por el cernidor sus criterios y pensamientos, su quehacer y actuar, con el fin de descubrir cómo ser Mater et magistra hoy, pero, ante todo, cómo dejar que la Palabra y la fuerza renovadora del Divino Espíritu muestre el camino a seguir, las renuncias y adhesiones que se deben realizar y cómo Cristo es la fuente y culmen de todo proceso eclesial:
Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comunidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio (EG 20).
Si el creyente no asume un verdadero cambio de mentalidad, una renovación del corazón, y la auténtica armonía de la vida interior, es más difícil responder a los desafíos, porque sin la conversión personal, no se puede dar a Cristo a los demás, como dice la sabiduría popular “Nadie da lo que no tiene” y si no se tiene a Jesús todos los planes quedan vacíos y estériles.
La conversión pastoral parte de la conversión personal, pues solo un corazón encendido de amor por el Señor es capaz de amar a los demás, de salir al encuentro de las realidades cambiantes, del que sufre nuevos dolores y de los rostros marginados donde Cristo está dos veces.
Finalmente, ahora corresponde a cada institución (CJM – Provincias) aterrizar los procesos de renovación y transformación, partiendo del corazón, es momento de posibilitar el cambio, un cambio acompañado del equilibrio y el diálogo con la bondad de la historia y una visión de conjunto, solo así se podrá responder a un mundo multipolar que exige una gobernanza multilateral (interprovincialidad) que permita unir esfuerzos para responder a los retos permanentes del discípulo de hoy. Se necesita un nuevo paradigma pastoral en donde “Nadie se quede sin servir”
La discusión queda abierta, porque no basta la conversión personal y pastoral, se debe seguir avanzando hacia una conversión sinodal, en donde realmente se pueda decir: “Para la misión, juntos”.
Maynor Chavarría Reyes
Nicaragüense
Candidato Eudista MD
[1] Morello, G. El concilio Vaticano II y su impacto en América Latina. A 40 años de un cambio en los paradigmas del catolicismo.
[2] Pablo VI, Alocución en la clausura del Concilio Vaticano II, en: Concilio Vaticano II, Madrid, BAC, 1966, 490-493
[3] Pablo VI, Exhortación Apostólica al Episcopado de América Latina en Roma, en op. cit., 851-862
[4] V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Aparecida: CELAM, 2007. No. 366
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