El papa Francisco nos ha dado la Bula de convocación del Jubileo ordinario del año 2025, denominada “Spes non confundit” (la esperanza no defrauda, Rm 5,5). El obispo de Roma desea que el Jubileo sea para todos ocasión de reavivar la esperanza. Retomando el pasaje de la carta a los Romanos (5, 1-2.5), nos indica cómo Pablo, a pesar de no haber fundado la comunidad de Roma, “sentía el vivo deseo de llegar allí pronto para llevar a todos el Evangelio de Jesucristo, muerto y resucitado, como anuncio de la esperanza que realiza las promesas, conduce a la gloria y, fundamentada en el amor, no defrauda” (2). Esta fundamentación en el amor es de donde nace la esperanza cimentada en el amor que brota del Corazón de Jesús traspasado en la cruz.
La vida de Jesús se manifiesta en nuestra vida de fe, que empieza con el Bautismo; se desarrolla en la docilidad a la gracia de Dios y, por tanto, está animada por la esperanza, que se renueva siempre y se hace inquebrantable por la acción del Espíritu Santo, pues este Espíritu es quien irradia en los creyentes la luz de la esperanza. La esperanza cristiana no engaña ni defrauda, porque está fundada en la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos del amor divino.
Finalmente, el papa nos recuerda que este amor se pone a prueba cuando aumentan las dificultades y la esperanza parece derrumbarse frente al sufrimiento, situaciones en que es necesario desarrollar una virtud estrechamente relacionada con la esperanza, la paciencia: “La paciencia, que también es fruto del Espíritu Santo, mantiene viva la esperanza y la consolida como virtud y estilo de vida. Por tanto, aprendamos a pedir con frecuencia la gracia de la paciencia, que es hija de la esperanza y al mismo tiempo la sostiene” (4).
La vida cristiana, un camino
En la conexión entre esperanza y paciencia se decanta que la vida cristiana es un camino que también necesita momentos fuertes para alimentar y robustecer la esperanza, compañera insustituible que permite vislumbrar la meta: el encuentro con el Señor Jesús. Por tanto, al ponernos en peregrinación jubilar, recordamos que “ponerse en camino es un gesto típico de quienes buscan el sentido de la vida”.
En este sentido, “ahora ha llegado el momento de un nuevo Jubileo, para abrir de par en par la Puerta Santa una vez más y ofrecer la experiencia viva del amor de Dios, que suscita en el corazón la esperanza cierta de la salvación en Cristo. Durante este tiempo ha de procurarse que el Pueblo de Dios acoja, con plena participación, tanto el anuncio de esperanza de la gracia de Dios como los signos que atestiguan su eficacia”.
Los signos de esperanza
Me llama profundamente la atención que el papa nos recuerde que “es necesario poner atención a todo lo bueno que hay en el mundo para no caer en la tentación de considerarnos superados por el mal y la violencia”, cuestión que suele suceder en varios ámbitos, especialmente cristianos. Frente a ello menciona unos signos de esperanza:
Paz para el mundo
Tener una visión de la vida llena de entusiasmo para compartir con los demás
Recuperar la alegría de vivir
Signos tangibles de esperanza para tantos hermanos y hermanas que viven en condiciones de penuria (el papa abrirá una puerta santa en una cárcel)
Tener signos de esperanza para aquellos que la representan: los jóvenes
Acoger a los migrantes, exiliados, desplazados y refugiados, garantizándoles seguridad, acceso al trabajo e instrucción
Valorar el tesoro que son los ancianos, especialmente los abuelos y las abuelas (gratitud de los hijos y amor de los nietos)
Esperanza para millares de pobres, que carecen con frecuencia de lo necesario para vivir
Llamamientos a la esperanza
“Haciendo eco a la palabra antigua de los profetas, el Jubileo nos recuerda que los bienes de la tierra no están destinados a unos pocos privilegiados sino a todos”, frente a lo que aboga por el agua, el alimento, el hambre, la condonación de las deudas de los países que nunca podrán saldarlas, la concreción de la forma sinodal, en torno a la Pascua, en el marco de los 1700 años del concilio de Nicea, como paso decisivo hacia la unidad.
Razones de nuestra esperanza
El papa concluye recordando que la esperanza, junto con la fe y la caridad forman el tríptico de las virtudes teologales que expresan la esencia de la vida cristiana. En su dinamismo inseparable, la esperanza es la que, por así decirlo, señala la orientación, indica la dirección y la finalidad de la existencia cristiana. Por tanto, hay razones de nuestra esperanza:
Creemos en la vida eterna hacia donde se dirige la historia
Jesús, muerto y resucitado, es el centro de nuestra fe
Soy amado, luego existo: una felicidad que nos plenifica en el amor
La ilimitada misericordia de Dios que se descubre en la indulgencia
El sacramento de la penitencia que nos asegura que Dios quita los pecados (se mantienen los misioneros de la misericordia)
Finalmente, dos textos preciosos de este documento:
Me permito citar dos textos que me han llamado mucho la atención en la parte final de la Bula.
“La imagen del ancla es sugestiva para comprender la estabilidad y la seguridad que poseemos si nos encomendamos al Señor Jesús, aun en medio de las aguas agitadas de la vida. Las tempestades nunca podrán prevalecer, porque estamos anclados en la esperanza de la gracia, que nos hace capaces de vivir en Cristo superando el pecado, el miedo y la muerte. Esta esperanza, mucho más grande que las satisfacciones de cada día y que las mejoras de las condiciones de vida, nos transporta más allá de las pruebas y nos exhorta a caminar sin perder de vista la grandeza de la meta a la que hemos sido llamados, el cielo…”
“El próximo Jubileo, por tanto, será un Año Santo caracterizado por la esperanza que no declina, la esperanza en Dios. Que nos ayude también a recuperar la confianza necesaria —tanto en la Iglesia como en la sociedad— en los vínculos interpersonales, en las relaciones internacionales, en la promoción de la dignidad de toda persona y en el respeto de la creación. Que el testimonio creyente pueda ser en el mundo levadura de genuina esperanza, anuncio de cielos nuevos y tierra nueva (cf. 2 P 3,13), donde habite la justicia y la concordia entre los pueblos, orientados hacia el cumplimiento de la promesa del Señor.”
Conclusión: un tiempo para redescubrir la esperanza cristiana
Estas ideas y citas que han aparecido en esta síntesis nos permiten por lo menos asegurar tres cuestiones clave:
Un tiempo para descubrir la esperanza y la paciencia como estilos de vida del cristiano. Se trata de una mirada real, que no defrauda ni engaña, y que tiene como fundamento la certeza de que nada ni nadie nos podrá separar del amor divino. Con san Juan Eudes podríamos inspirarnos para orar: Señor Jesús, vive tu esperanza y tu paciencia en mí.
Un tiempo para ponernos en camino y descubrir la experiencia viva del amor de Dios que suscita en el corazón la esperanza cierta de la salvación en Cristo. Descubramos que en la vida cristiana todo es proceso y que constantemente estamos envueltos en los misterios de Jesús, que nos dan dinamismo para vivir su vida.
Un tiempo para hacer el llamamiento en la esperanza en nuestras situaciones concretas. Es un tiempo para que abramos nuestros ojos a las necesidades de nuestros hermanos y que, anclados en la esperanza, podamos hacer algo concreto en su servicio.
Elaborado por el P. Hermes Flórez Pérez | Eudista Provincia Minuto de Dios
Este 8 de abril de 2024 ha sido publicada en el Boletín de la Santa Sede la Declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe “Dignitas infinita sobre la dignidad humana”, un bello texto, donde se aborda este tema, a propósito de la conmemoración del 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (10 de diciembre de 1948), como una oportunidad de “aclarar algunos malentendidos que surgen a menudo en torno a la dignidad humana y de abordar algunas cuestiones concretas, graves y urgentes, relacionadas con ella” (No. 2). A continuación se mencionan algunos ecos a esta importante declaración; después, se harán algunas conexiones con el pensamiento garcíaherreriano.
El punto de partida está en la Revelación, desde donde la Iglesia “reafirma y confirma absolutamente esta dignidad ontológica de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios y redimida en Cristo Jesús”. Este planteamiento es el que han tenido algunos pontífices citados (como san Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, de este último afirma que Fratelli Tutti es una especie de Carta Magna de las tareas actuales para salvaguardar y promover la dignidad humana).
Seguidamente ofrece una cuádruple distinción del concepto de dignidad: 1) la dignidad ontológica, que corresponde a la persona como tal por el mero hecho de existir y haber sido querida, creada y amada por Dios; 2) la dignidad moral, que se refiere al ejercicio de la libertad por parte de la criatura humana; 3) la dignidad social, que se refiere a las condiciones en las que vive una persona; 4) la dignidad existencial, que es la experiencia de la propia condición de vida.
La conciencia progresiva de la dignidad humana
Seguido a esta introducción está el primer punto, referido a la conciencia progresiva de la centralidad de la persona humana. Para tal efecto, cita las intuiciones con respecto a la dignidad humana desde la antigüedad clásica. Sin embargo, en coherencia con el punto de partida anteriormente mencionado, la reflexión se detiene en las perspectivas bíblicas, desde donde asegura que la “Revelación bíblica enseña que todos los seres humanos poseen una dignidad intrínseca porque han sido creados a imagen y semejanza de Dios”, aspecto que le permite confirmar que todos “poseemos un valor sagrado en nuestro interior que trasciende toda distinción sexual, social, política, cultural y religiosa” (No. 11). El recorrido bíblico, además cita al Éxodo, los profetas y la literatura sapiencial.
El foco bíblico profundiza en Jesús: “a lo largo de su ministerio, Jesús afirmó el valor y la dignidad de todos los que son portadores de la imagen de Dios, independientemente de su condición social y circunstancias externas. Jesús rompió las barreras culturales y de culto, devolviendo la dignidad a los ‘descartados’ o a los considerados al margen de la sociedad” (No. 12). Este aspecto es tan importante que “Para Jesús, el bien hecho a todo ser humano, independientemente de los lazos de sangre o de religión, es el único criterio de juicio”.
En el recorrido por el pensamiento cristiano, la declaración sustenta que “la antropología cristiana clásica, basada en la gran tradición de los Padres de la Iglesia, puso de relieve la doctrina del ser humano creado a imagen y semejanza de Dios y su papel singular en la creación”. Posteriormente, en el pensamiento medieval, siguiendo algunos planteamientos del Aquinate, se llegó a una síntesis de persona: “persona significa lo que en toda naturaleza es perfectísimo, lo que subsiste en la naturaleza racional”. Estos aspectos serán los que están detrás del humanismo cristiano del renacimiento y su reflexión sobre la dignidad, que adquirió en el siglo XX una perspectiva original con el personalismo, como uno de sus mayores ejemplos.
En nuestros días, el término de “dignidad”, asegura la declaración, “viene utilizado principalmente para destacar el carácter singular de la persona humana, inconmensurable con respecto a los demás seres del universo” (No. 14). Sin embargo, alerta que la dignidad “no es concebida a la persona por otros seres humanos, sobre la base de determinados dones y cualidades, de modo que podría ser eventualmente retirada” (No. 15), para concluir que “todos los seres humanos poseen la misma e intrínseca dignidad, independientemente del hecho sean o no capaces de expresarla adecuadamente”, pues “la dignidad de todo ser humano es tal más allá de toda circunstancia”.
La Iglesia y la dignidad humana: Creación, Encarnación, Resurrección
La segunda parte inicia con el numeral 17 que dice: “La Iglesia proclama la igual dignidad de todos los seres humanos, independientemente de su condición de vida o de su calidad. Este anuncio se apoya sobre la triple convicción de la fe cristiana, confiere un valor inconmensurable a la dignidad humana y refuerza sus exigencias intrínsecas. En este sentido, asegura que: 1) Según la Revelación, la dignidad del ser humano proviene del amor de su Creador, que ha impreso en él los rasgos indelebles de su imagen; 2) La dignidad de la persona humana se reveló en plenitud cuando el Padre envió a su Hijo que asumió plenamente la existencia humana; 3) El destino último del ser humano, pues, tras la creación y la encarnación, la resurrección de Cristo nos revela un ulterior aspecto de la dignidad humana. En la conclusión de este apartado, la declaración insiste en que “el ser humano debe esforzarse por vivir a la altura de su dignidad” (No. 22).
La dignidad como fundamento de los derechos y deberes humanos
Con el ánimo de recordar los principios que deben siempre respetarse, a propósito de los 75 años de la declaración de los Derechos del Hombre, este documento sostiene que “solo mediante el reconocimiento de la dignidad intrínseca del ser humano, que nunca puede perderse, desde la concepción hasta la muerte natural, puede garantizarse a esta cualidad un fundamento inviolable y seguro. Y es que se abusa del concepto de libertad humana para “imponer como derechos, garantizados y financiados por la comunidad, ciertos deseos y preferencias que son subjetivas. Pero la dignidad humana no puede basarse en estándares meramente individuales ni identificarse con el bienestar psicofísico del individuo”. También alerta sobre el riesgo de “restringir la dignidad humana a la capacidad de decidir discrecionalmente sobre uno mismo y sobre su propio destino, independientemente del de los demás, sin tener en cuenta la pertenencia a la comunidad humana” (no. 26). De esta manera reafirma: “la dignidad del ser humano incluye también la capacidad, inherente a la propia naturaleza humana, de asumir obligaciones hacia los otros”. Esta dignidad, no debe hacernos olvidar de la bondad de los seres humanos, por lo que se debe afirmar la bondad creatural del resto del cosmos.
Violaciones graves de la dignidad humana
Con el Concilio Vaticano citado, la declaración recuerda que se opone a la dignidad humana cuanto atenta contra la vida. Agrega, con las ya señaladas por el concilio, la pena de muerte, las personas encarceladas y la práctica de la tortura, sin embargo, menciona unas muy graves de nuestro tiempo:
El drama de la pobreza
La guerra, que es siempre una derrota de la humanidad
El trabajo de los emigrantes
La trata de personas, que es un crimen contra la humanidad
Los abusos sexuales, con el compromiso de poner fin empezando desde adentro
Las violencias contra las mujeres
El aborto
La maternidad subrogada, que viola la dignidad del niño y de la mujer
La eutanasia y el suicidio asistido
El descarte de las personas con discapacidad
La teoría de género, que pretende negar la mayor diferencia posible entre los seres vivos: la diferencia sexual
El cambio de sexo que corre el riesgo de atentar contra la dignidad única que la persona ha recibido desde el momento de la concepción
La violencia digital
A modo de conclusión, citamos dos expresiones: “¡El compromiso con los derechos humanos nunca se acaba!” (No. 63) y “La Iglesia no cesa de alentar la promoción de la dignidad de toda persona humana, cualesquiera que sean sus cualidades físicas, psíquicas, culturales, sociales y religiosas” (No. 66).
Una consideración desde el padre Rafael García Herreros
Uno de nuestros seminarios internos -del Centro Rafael García Herreros- consideró planteamientos del Siervo de Dios fundador de El Minuto de Dios sobre la dignidad humana. Entre los textos estudiados estuvo la Advocación al Hombre. Citamos ahora una parte de este texto que recuerda los anteriores planteamientos de la declaración, sobre todo por esa bella articulación con los planteamientos de la Revelación.
García Herreros (1973), plantea que el hombre es “signo de Dios. Eres la teofanía, más que el mar, más que el universo; eres tú, pequeño hombre, la presencia, la verdadera figura de Dios en la tierra”. Este planteamiento recuerda la altísima dignidad del ser humano al crearse a imagen de Dios, tal como lo postula Dignitas infinita y que es un aspecto transversal de todo el pensamiento cristiano. También el dinamismo encarnacional es reflexionado por el sacerdote cucuteño: “Tú no solo eres la medida de todo, sino el ideal de todo. En tu historia, hay uno maravilloso, uno absolutamente divino, que inmensificó tu raza, tu aspecto, tu forma humana: ¡Fue Jesucristo! Yo pienso que no fue indigno de Dios el querer hacerse hombre. Tomar nuestra medida, conocer nuestra interioridad y querer sublimarnos casi a lo divino con su presencia entre nosotros”.
Y, finalmente, no podemos olvidar tampoco el dinamismo resurreccional: “Hombre, hermano mío: tú no debes vivir en choza. Debes lograr el rango que te pertenece. No puedes carecer de lo que otros tienen en abundancia. No puedes seguir sollozando por mi culpa, ni seguir viviendo pobre y en harapos. Tú no puedes ser eternamente marginado… Yo sé que dentro de algún tiempo se habrán resuelto casi todos los problemas que te angustian”. Es aquello que dice la declaración: “La Iglesia cree y afirma que todos los seres humanos, creados a imagen y semejanza de Dios y recreados en el Hijo hecho hombre, crucificado y resucitado, están llamados a crecer bajo la acción del Espíritu Santo para reflejar la gloria del Padre, en aquella misma imagen, participando de la vida eterna (No. 21). Por eso en El Minuto de Dios nos esmeramos porque cada persona goce de su altísima dignidad de ser hija de Dios.
El Centro Rafael García Herreros – Pensamiento Social de la Iglesia (FEBIPE), de UNIMINUTO, celebra los diez años de pontificado del papa Francisco con un webinar gratuito sobre los aportes del obispo de Roma al Magisterio Social reciente.
El 13 de marzo de 2013, el cónclave (reunión de cardenales bajo llave para elegir al papa) le dio por primera vez como obispo a Roma un cardenal latinoamericano: se trataba del jesuita Jorge Mario Bergoglio. Como él mismo lo reconoció en su primer saludo, sus hermanos cardenales fueron a buscar a este obispo de Roma “casi al fin del mundo”. En ese primer discurso (Francisco, 2013), sus palabras y gestos hablaron de nuevos vientos en la Iglesia: cómo no recordar sus palabras invitando a la fraternidad, al amor y a la confianza entre todos; así como sus gestos de pedir al pueblo congregado que rezara por él antes de que este los bendijera a todos. Inclusive, su bendición fue para todo el mundo, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. De hecho, la elección del nombre “Francisco” ya era una clave de direccionamiento de su pontificado.
Diez años después, es indispensable afirmar que el Papa Francisco es el momento actual del Pensamiento Social de la Iglesia (y por supuesto, de la Doctrina Social de la Iglesia). Para resaltar este aporte, la Facultad de Estudios Bíblicos, Pastorales y de Espiritualidad (FEBIPE), de UNIMINUTO, a través de su dimensión social, representada por el Centro Rafael García Herreros, ha preparado el webinar: “10 años de pontificado del papa Francisco, una lectura desde el Pensamiento Social de la Iglesia”, que tiene como objetivo analizar los principales aportes de su magisterio al desarrollo en esta dimensión social de la Evangelización.
El invitado experto es el padre Harold Castilla Devoz, sacerdote de la Congregación de Jesús y María (Eudistas), doctor en educación, rector general de UNIMINUTO y especialista en Ética Social y en Doctrina Social de la Iglesia.
El Pensamiento Social de la Iglesia es uno de los pilares fundamentales de El Minuto de Dios, quien le agrega valor a la luz de su gran trayectoria social por más de 60 años al servicio de Colombia. En el 2017 creó un Centro dedicado al estudio de la Doctrina Social de la Iglesia y actualmente desarrolla formación en Pastoral Social, Justicia Social, Ecología Integral y Análisis de la Realidad desde una perspectiva crítica y creyente.
Si quiere participar de otros eventos académicos de alto nivel, organizados por este centro, no olvide escribir a: centro.rgh@uniminuto.edu o registrarse en la base de datos para tener de primera mano toda la información de los 10 años de pontificado del papa Francisco en el siguiente enlace: https://forms.office.com/r/4MbtTKc8qs
Enlace para ver el webinar “10 años de pontificado del papa Francisco: una lectura desde el Pensamiento Social de la Iglesia”: https://youtu.be/NCVe7gStHSc
Este viernes el mundo católico carismático celebra lo que se ha denominado como el nacimiento de la Renovación Carismática Católica hace 56 años. El recuerdo de ese primer Bautismo en el Espíritu en medio de una reunión de jóvenes estadounidenses, sigue animando la vivencia de una fe transformada por el Espíritu de Dios, por medio de esta bendita corriente de Gracia. El actual asesor de la Renovación Carismática Católica de Colombia, el sacerdote Eudista Javier Riveros, cjm invitó a los colombianos y al mundo a abrir de manera de decidida a la acción del Espíritu en sus vidas; la invitación la realizó el pasado martes en el espacio «Comunidad de Comunidades», que anima el padre Diego Jaramillo, desde el Teatro Minuto de Dios y transmitido a través de Minuto de Dios TV.
«Una invitación a que todos estemos deseosos de vivir esa renovación en el Espíritu Santo, ese Bautismo del Espíritu Santo, que estemos abiertos y dóciles a la acción y a la presencia y al poder del Espíritu Santo que es el gran don de Dios, el regalo que el Señor nos hace a todos», exclamó el padre Javier Riveros.
Vea en el siguiente video, las palabras completas del sacerdote Eudista de El Minuto de Dios:
Por otro lado, el padre Diego Jaramillo, cjm reconocido lider y promotor de la Renovación Carismática en Colombia y América Latina, recordó, por medio de una pequeña tertulia, la vivencia del primer Bautismo en el Espíritu, la cual se reconoce como el hito que marcó el nacimiento de la RCC hace 56 años.
Vea en el siguiente video, el relato del padre Diego Jaramillo:
Los Eudistas de El Minuto de Dios continúan comprometidos con la difusión de la espiritualidad carismática, siguiendo el legado del Siervo de Dios, Rafael García Herreros,cjm, quien dejó una imborrable huella como pionero y propulsor de la RCC en Colombia, a partir del concilio de jóvenes de El Minuto de Dios, hace 50 años.
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